Mujer de clase media

 Y entonces me serví una copa de vino y un par de camarones asados. Eran como las 10 de la noche pero necesitaba darme a mi misma una cuota de elegancia, acabar el día pretendiendo ser aquella mujer de paladar sofisticado. Acababa de cocinar la comida ordinaria que empaco para el almuerzo de varios días. Mi cabello olía a aceite y mis pies estaban cansados. Crucé la pierna me senté elegante.

Por aquello de la autonomía femenina en la adultez, guardando para mí misma la sensualidad, asumir el estilo y moda como elección propia, me compré unas pijamas en satín. Fue un acto de rebeldía entre la adultez, la comodidad y la elección. Siempre quise pijamas elegantes pero mi mente juvenil y práctica me hacia elegir camisetas viejas, las más comodas, las que se usan para estar en casa. Finalmente razonando entre la autonomía económica y la sensación de exito compre mis pijamas, una color lila plata, otra palo de rosa y una verde oliva. Elegantes tonos y diseños clásicos, un estilo más romántico-sensual que cómodo infantil. Hace años abandone los ositos y las fresitas en la ropa de cama. El satín, los colores serios me hacen sentir madura. Me ayuda a dormir temprano, cepillar mi cabello, limpiar mis dientes y un poco de retinol sin falta.

Son las 6 y 30 de la mañana y aunque puedo quedarme entre las cobijas media hora más mi despertador biológico no me deja más. Cuando estaba en la temprana juventud añoraba despertar temprano y no correr en los quehaceres para salir a estudiar o trabajar, ahora en la juventud tardía no hay lucha contra las cobijas, no hay desvelo justificado. Algunas le llaman madurez yo creo que es un comportamiento moldeado. La repetición, la rutina.

   

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